Los grabados rupestres de Taouz se encuentran al sureste de Errachidia, capital de la región del Draa Tafilalet.  nvestigadores y arqueólogos han estimado la antigüedad de estas inscripciones entre 4100 y 7100 a.C. Fueron descubiertas por los investigadores franceses Jacques Meunier y Charles Alain en 1954.

Junto a estas inscripciones, han aparecido en los alrededores montones de piedras y modestos edificios. Según los rumores locales, se trata de tumbas familiares llamadas «Imirch», custodiadas por los «Imirchn». Los arqueólogos, por su parte, hablan de tumbas funerarias o Túmulos. Es un testimonio conmovedor y misterioso que emerge de esta tierra ancestral.

Según otros relatos, estas misteriosas estructuras que aún hoy nos intrigan no sólo eran lugares de descanso eterno para los antepasados, sino también bóvedas familiares para guardar joyas, dinero y reliquias familiares, una tradición que recuerda a las pirámides faraónicas. De hecho, su propósito era tan versátil que sólo podían definirse utilizando el mismo prestigioso título: las «Pirámides de Taouz».

Si observamos estas tumbas, podemos deducir fácilmente que las familias que se asentaron en esta región albergaban una profunda creencia en la vida después de la muerte. Trabajaban duro para llevarse sus posesiones y prepararse para una vida mejor en el más allá. Quizá ellos también creían que podrían ser apreciados y utilizados una vez traspasada la barrera de la existencia terrenal. Esta forma de pensar es muy similar a la que imperaba en Egipto hace muchos siglos.

Descripción de las inscripciones de los grabados de Taouz

El yacimiento arqueológico de Taouz ofrece un tesoro de inscripciones divididas en tres categorías. En primer lugar, las representaciones artísticas muestran animales majestuosos como vacas, antílopes y ciervos, acompañados de figuras humanas. A continuación, las inscripciones de carros ligeros atestiguan la impresionante evolución de los medios de transporte utilizados por los colonos de la región. Por último, descubrimos las letras del alfabeto amazigh libio «Tifinagh», que añaden un toque cultural fascinante. Se puede aprender mucho sobre la historia de Taus y la época en que nació.

Determinar la altura de estas tumbas de una sola entrada es tan fácil como encontrar una aguja en un pajar. La lluvia, el viento, la arena y los vándalos cazadores de tesoros han hecho estragos, reduciendo los restos a lamentables montones de piedras o pequeñas construcciones que no se parecen en nada a su antiguo esplendor. No es de extrañar que Shafiq haya optado por una vaga estimación de «unos pocos metros», sin dar cifras precisas. En cuanto a la longitud, nuestro amigo historiador la cifra en unos pocos metros como máximo, y hasta trescientos metros, con habitaciones y pasillos.